Sunday, January 29, 2006

¿DÓNDE ESTÁN?

¿Dónde están?

Con todos los cambios que, miles de expertos en astrología, aseguran se avecinan, he decidido poner un granito de arena para que no me cargue el chahuistle. Me he abierto a diferentes culturas esperando absorber cualquier cosa que me sirva para nutrir mi inteligencia y el afamado espíritu. Así que, en este rollo del amor al prójimo, decidí unirme a una gran celebración que se llevó a cabo hoy: el año nuevo chino "El año del perro". Pensando en un lugar donde pudiera formar parte de tan fabuloso festejo y sabiendo que estoy demasiado rota para irme al Barrio chino de Nueva York o al de San Francisco y ni se diga viajar a la mismísima china, decidí visitar el Mexicano. Es sabido que este barrio no tiene nada que ver en magnitud con los dos, anteriormente, citados pero pensé que algo debía tener de peculiar ya que ha sido utilizado, como set imaginario, por varios escritores en sus famosas novelas literarias. Viéndolo por ese lado, creí que el barrio tenía algo a su favor y me lancé sin pensarlo dos veces.
Crucé la hermosa ciudad de México, esquivé a un chorro de tipos que nada más iban domingueando, casi me estrello por pasarme un alto (ah no, eso fue después) y busqué como loca un maldito estacionamiento público. El centro estaba vuelto loco: turistas (vaya la redundancia) turisteando, gente, de nuevo, dominguenado, comiendose elotes quemados, unos esquites con chilito y limón para la gastritis y su algodón de azúcar. Otros bailaban alrededor del quiosco de la alameda o trepaban al niño, con sombrero de charro, arriba de un burro de plástico para que le tomarán la foto del recuerdo y el resto, chingos y chingos de vendedores ambulantes con altavoces parloteando sobre lo más pirata del mercado y el súper precio al que lo estaban dando.
Después de vueltas y vueltas arriba de mi coche, con el trasero bastante apachurrado, y con la ayuda del copiloto, encontré un lugar donde estacionarme. Por fortuna estábamos a sólo dos cuadras del grandioso barrio chino. Caminamos un poco por eje central y doblamos a la izquierda. A lo lejos (ni tanto) se podían observar adornos colgados de un lado al otro de la calle. Tiras de papel rojo, lámparas chinas y pancartas que avisaban de la celebración. El lugar estaba atascado. Parecía que todo México quería formar parte de esto, querían atestiguar la llegada del perro y la despedida del gallo. Pero no, no se trataba de todo México, sólo eran unos cuantos que parecían multitudes por el reducido tamaño del barrio: Una calle ¿Que qué? sí, "Una calle". El barrio chino de la Ciudad de México está ubicado en la calle Dolores y se acaba al doblar la cuadra. Así de rápido. Solamente se necesita dar vuelta a la esquina para regresar a territorio mexicano pero, creo que, lo de menos es el tamaño. Lo mejor viene en envases pequeños o, al menos, eso dice la gente de corta estatura y supongo que aplica para calles de corto tamaño. Y, sinceramente, mi única intención era celebrar con los chinitos invasores su año nuevo, no el “chopin” chino (la compradera) o los restaurantes sino la gran celebración y el show que tenían preparado para dar la bienvenida al año del perro: el mejor amigo del hombre.
A base de empujones, pisotones y una que otra señora insoportable que a la fuerza me quería rebasar a través de un espacio menor a 1 cm, logré apañar mi lugar para ver el espectáculo.

Let the show begin...

Lo primero sería una demostración de artes marciales. Siendo fan de todo deporte que saque sangre, pensé que mis ojos presenciarían una lucha entre guerreros chinos asentados en México: sables, bambúes asesinos, chinitos corriendo por las paredes y saltando de árbol en árbol, pero estaba equivocada, lo que mis ojos presenciarían sería una especie de festival del día de la madre donde los niños muy monos hacen el bailecito que estuvieron practicando todo el año, claro que, esto no era un baile sino unos pasos dizque muy acá, con patada, grito y toda la cosa ¡Ufff eh!
Antes de continuar quiero manifestar el enojo y frustración que sienten los practicantes de esa arte marcial-cuyo nombre olvidé- porque no fueron incluidos en las olimpiadas del 2008 ¡Un buuuuuuu al comité olímpico! ¡Qué mala onda eh!
Una vez dicho esto, proseguiré con el show marcial, no sin antes reiterar, la emoción que sentía por presenciar un verdadero combate oriental.
La primera demostración marcial se llevó a cabo. Niños, no mayores de 10 años, caminaban lanzando patadas y gritando ¡YIAAAAAAAA! caminado en fila india ¡YIAAAAA! Mucho grito y nada de acción. Siendo honesta me dio risa, pero creí que todo era parte de un calentamiento para acostumbrar a los espectadores a la violencia de manera inconsciente. Como un tipo de flojito y cooperando. Como un ahí te voy y ya llegué. Un "un, dos, tres por Xiang chen". Así que llegó la segunda demostración: muchachitos, no mayores de 16 años, caminaban lanzando patadas y gritando ¡YIAAAAAAA! (ah, se me olvidaba, todo esto acompañado por un fondo musical medio oriental que desaparecía a cada rato por culpa del técnico que manejaba el sonido). bueh... Por fin llegó la tercera demostración.



En ese momento pensé que habría más acción porque el maestro, el mero mero, formaba parte del segmento. Tal vez rompería alguna pierna, algo no muy vistoso pero bien guerrero, pero no: solamente, ¡YIAAAAA! patada al aire ¡YIAAAAA! saltito de chango ¡YIAAAAA! ¡APLAUSOS! (todo esto solo) yo, en verdad, estaba anonadada ¿Qué diablos era eso? ¿Me estaban dando atole con el dedo? ¿No se suponía que eran artes de guerra? ¡AHHHHHHHHHHHH!
"Señor baje a su niño que no me deja ver", pensaba desesperada mientras se llevaban a cabo las demás demostraciones. ¡AHHHHHHHHHHHHH! el mocoso me sacó la lengua ¡AHHHHHH! deténganme porque le caigo a madrazos ¡UFFFFF! Respiro hondo y profundo tratando de tranquilizarme. "No sería bien visto que me madreara al chilpallate" pienso mientras me limpió el sudor que corre por mi frente por toda la tensión.
Finalmente, ante mis ojos aparece algo que me tranquiliza: un par de sables y dos morritos haciéndole al Juan Camaney "¡SANGRE!", pensé mientras los veía acomodarse en cada extremo de la tarima. Estaba emocionada, muy emocionada. Mínimo iban a jugar a las espaditas (sin albur) o a aventarse una coreografía como las de Jackie Chan . Para mi desgracia, no me complacieron y me rompieron el corazón. Primero, porque sus sables estaban hechos de papel aluminio o algo por el estilo, No eran reales y eso fue decepcionante. Es como decirle a un fan de Kill Bill que Hattori Hanzo no existe. En segunda, en ningún momento, hubo enfrentamientos. Nada. Mínimo esperaba que le hicieran al payaso con sus espaditas feas pero, no, nada de nada ¿Esas son artes de guerra? Yeah right!
¡AHHHHHHHHHHHHHHHHH! Respiré hondo y profundo de nuevo. Logré calmarme y acomodar mis ideas: es domingo, se trata de un día familiar, no se van a cortar cabezas en frente de millones de chilpallatitos que los están observando ¿Cómo no lo pensé antes? Una vez que mi mente me comunicó esa idea me tranquilicé pero esa tranquilidad no duró demasiado. Mi corazón se empezó a alterar de nuevo: algo estaba mal en ese barrio, algo no estaba en su lugar y tenía que saber qué. Analicé los detalles: todos estaban vestiditos con su trajecito chino (shien-i o pien fu porque no se llaman kimonos). Las niñitas con sus dos chonguitos decorados en la cabeza, los chamaquitos bien peinaditos con sus armas chinas de utilería pero a fin de cuentas armas, mmm... todo estaba aparentemente bien, pero algo faltaba. Los observaba y observaba tratando de revelar el gran misterio... mmmm... mmmmm...hasta que dos palabras golpearon mí mente: "Ojos rasgados". "Lo descubrí. Sé qué está mal con este barrio"-gritaba en mí mente. "No hay ojos rasgados" "No hay ojos de regalo"¿Dónde diablos están? ¡AHHHHHH! Desesperada, caminé hasta el otro extremo de la calle. Volteaba bruscamente uno por uno, buscándolos sin parar ¿Chino? ¿Chino? ¿Chino? ¡CHINOOOOOOOOOOOOO! y nada.
¿Acaso este es un barrio chino impostor? ¿Cómo diablos puede existir un barrio Chino sin chinos?
En el otro extremo de la calle (todavía en el barrio chino) se estableció un mercadito donde la gente podía comprar galletas de la fortuna, amuletos de la buena suerte, figurines de perros dorados (por el año nuevo) y todo tipo de cosa para alejar el mal de ojo y a cualquier hijo de la tiznada. Caminé decepcionada... todos los merchantes que estaban allí no eran chinos, eran de aquí, de allá, de “acuya” (Tepito, lagunilla y eje central)... ¡Malditos chinos piratas! sin intención de ofender a los chinos sino a los mexicanos que les piratean el look, apañan su día, invaden su barrio y venden sus madres.
Ni respeto tienen los condenados. Si nada más se enteraron de la festividad, dejaron sus changarros y fueron a invadir con la vendimia. Si hasta hubo unos que dejaron las bicis con los tacos de canasta y el carrito de los hot-dogs, para cambiarlo por uno de spring rolls y dim sum.
Después de mi notable molestia ante la situación empecé a atar cabos y a perdonar a mis compatriotas o, al menos, en esto de piratear a los chinos e hice una lista mental para justificar a mis paisanos ante su comportamiento:
Nombre de la lista: Porqué está bien que el mexicano se piratee al chino.

1.. La calle es nuestra.
2.. La economía está de a "Baro".
3. Los hijos de la tiznada nos piratearon a la Guadalupana.
4.. La virgen de Guadalupe no quiere a los chinos si no pregúntenle a Juan dieguito que él la conoció.
5.. Son un chingo...
6. Los turistas si quieren sarapes se van a China que les salen más baratos.
7.. Se rumora que ya aprendieron a hacer tacos sudados y hasta de chicharrón prensado.
8.. La virgen pirata “made in china” se vende afuera de la Villa.
8.. ¿Quién quiere a los chinos?
9.. Se rumora que quieren hacer a la virgen de Guadalupe con los ojos rasgados.
10.. Son un chingo
11.. Se rumora que quieren conquistar el mundo.
12.. Son un chingo...
13.. tienen los ojos demasiado cerrados.
14.. Ni ven bien
15.. finalizando... No hay nadie más pirata en el mundo que los ojitos rasgados: los chainisiii pairatisiiiiiii...

¡AAAAAAAAAHHH! respiré... la listita mental sí funciona y funciona muy bien. Mi amor por el mexicano volvió de inmediato. Amé mis raíces de nuevo y admiré Tepito, la casa de las muñecas que está en Xochimilco y el tiradero de basura que está cerca de la caseta a Puebla....
Nel... en realidad, nada de eso sucedió. Bueh... nada de lo comentado en este último párrafo compuesto de, hasta ahora, cinco líneas.

En realidad sí quería ver chinos, aunque fuera uno.... y de pronto, cómo si alguien me hubiera concedido mi deseo, apareció un chainisiii pequeñisiiii... bien chulo el "ojitos de regalo". Los chinitos de chiquitos están bonitos. Hasta pensé en pirateármelo pero nel... luego crece y se pone feo y ¿qué diablos hago? Después aparecieron dos más... no tan bonitos porque ya estaban grandecitos pero todavía estaban aceptables pero neeel...mejor de lejecitos.
Luego apareció un chino piratísima, arriba de un quiosco hechizo, con unas uñas largas hechas de papel plástico ¿Saben cuál? Ese que luego usan las mamás para envolver regalos o botellas, que son de colores. En fin... ese tipo me recordó a un personaje maligno de la película de Cri Cri (el grillo cantor) que salía con Placido Domingo y con otra vieja y un ratón....en donde para llegar a la guarida de la mala (el mismo personaje maligno) se entraba por una resbaladilla dorada. En la guarida había una computadora gigante que hacía ruidos dizque muy tecnológicos. Bueno esa mala también tenía unas uñas como el chino pirata del quiosco. Me dijeron que el tipo hacía como limpias. Hasta tenía una escobita y barría el piso, de su intento de quiosco chino, para quitar la mala vibra de sus clientes. No le tomé una foto porque a lo mejor me echaba mala leche y me fregaba mi año. Nunca se sabe...
Para cerrar con broche de oro mi visita al grandioso barrio chino de la Ciudad de México, el chinito bonito con los otros dos chinitos no tan bonitos y un bonche de mexicanitos provenientes de Santa Martha Acatitla hicieron el baile del perro. Muy parecido al del dragón pero ahora con perro y estuvo bueh... fue lo mejor del día, ahora sí que la cereza del pastel...pero el misterio sigue sin resolver ¿dónde están? ¿Dónde diablos están los chinos del Barrio Chino?
¡Feliz año del perro!

Con harto cariño... (si cómo no)

La urraca Parlanchina.